martes, 13 de julio de 2010

Añicos...

" (Nacido de una nota triste, de una muerte y un ¿por qué? un ¿por qué a mi?)"


Amanece la mañana del miedo, el temblor de mi cuerpo, es tan imperceptible a la vista, que creyérase tranquilidad, lo que por dentro es torbellino de inseguridad, de inconstancia, de temor… de miedo..
Y el día pasa.. y la desgana de ver otro día más, me ronda.. provocando… y me siento débil, cansada, desfallecida, como si hubiera llegado a la ancianidad en mis 19 años y son 19 años cansados, porque sí, porque quiero….
…y todo carece de interés para mí, no otorgo importancia a nada y “nada lo es todo”, cuento mis problemas y la verdad… no existen y me pregunto… y no me contesto siquiera, me vuelvo vaga a la vida , no la tengo en cuenta y poco a poco no me molesto en hablar, ni en sonreír ó saludar… ó amar y dejarme amar, anda mi moral arrastrándose por el principio de mi cuerpo, cayéndose una y otra vez..
Y pienso que si me golpeara la cabeza, sonaría vacía sin siquiera una réplica del eco en el espacio.
Y nada me importa, nada quiero, confundo el dolor y la alegría, desprecio mis pocas virtudes, olvido… olvido hasta el olvido  ( ¿ y qué es olvidar?).
No sé quién soy, ni como me llamo, la vista no reconoce a nadie y tengo la sensación de tener a mi alrededor una barrera de cristal que me separa de todo y de todos… quizá, quizá pueda salir – pero no me molesto -..
Y hoy… amanece la mañana de la indiferencia… porque no me molesto… y tú estás muerto..

Pd. A Ana en su dolor…

4 comentarios:

  1. No voy a interpretarlo porque parece muy personal.
    Si que te diré que está muy bien escrito.

    Besos.

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  2. ocurrió hace demasiado tiempo (no a mi) ... su vida a pesar del dolor siguió adelante, sé que hoy es feliz...

    lo escribí como la sentí a ella.. (no sé si bien ...pero decirte que tu opinión resulta muy motivadora , es importante para mi..)

    un beso.

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  3. Un escrito desgarrador,Isla.
    Pero tan espléndido como siempre.
    Besos.

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  4. Una de las mayores fuerzas que gravita en nuestro interior es la de la supervivencia. No importa lo fuerte que sea el dolor sufrido, si lo superamos -y casi siempre lo hacemos- después del imprescindible y natural duelo, renacemos más fuertes aunque nunca nos abandonen las cicatrices.
    Todos inexcusablemente nos hacemos añicos unas cuantas veces a lo largo de nuestra vida.
    Un abrazo.

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